EL CAMBIO

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El deporte siempre formó parte de mi vida. Mi adolescencia estuvo unida al atletismo, donde destaqué en las modalidades de cross y pista. Llegué, incluso, a ser campeona gallega en los 3.000 metros lisos absolutos.
Tenía tan solo 17 años cuando decidí parar. Diferentes circunstancias me llevaron a abandonar. Pasé de un día a día activo a una vida totalmente sedentaria que incluía malos hábitos como el tabaquismo, que me acompañó durante veinte años. Hasta que un día dije basta.

LA MONTAÑA ME CONQUISTÓ

aroa sio campus ibiza
Un día decidí salir a correr. Mi idea era recordar mi adolescencia en el atletismo. Hice un kilómetro y cuando terminé me faltaba el aire. Tenía 36 años y, si ya estaba así de cansada, no quería saber qué pasaría si no cambiaba mi vida. Fue entonces abandonar la nicotina y el sedentarismo.
Me puse a entrenar en serio. Y de la cinta pasé a correr a la montaña. Mi estreno fue en el Trail de los Montes de Vigo. Gané, pero ¡como sufrí! Me prometí que no repetiría, pero lo hice.
Unos amigos me convencieron para que lo intentase de nuevo. Quedamos a primera hora de la mañana y aluciné con la experiencia de correr al amanecer. Era increíble escuchar la noche y recibir el día así. Me cautivó. Ya no hubo vuelta atrás.

SIN ELLOS, IMPOSIBLE

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Mi dedicación y grado de implicación en este deporte ha aumentado con el paso del tiempo. Hacerlo ha sido posible gracias a las personas que me rodean. Ellos comparten mi sufrimiento, mis alegrías y, por supuesto, son partícipes de muchas de mis aventuras y retos profesionales.
Principalmente mi marido, Abel, quien me acompaña en cada una de mis aventuras. Mi entrenador es también una pieza imprescindible en este puzle, Javier Laburu, quien conoce al detalle mi rendimiento profesional. Así como mi fisioterapeuta Sergio, quien me ayuda con mi recuperación entre carreras.

EL CAMBIO

El deporte siempre formó parte de mi vida. Mi adolescencia estuvo unida al atletismo, donde destaqué en las modalidades de cross y pista. Llegué, incluso, a ser campeona gallega en los 3.000 metros lisos absolutos.
Tenía tan solo 17 años cuando decidí parar. Diferentes circunstancias me llevaron a abandonar. Pasé de un día a día activo a una vida totalmente sedentaria que incluía malos hábitos como el tabaquismo, que me acompañó durante veinte años. Hasta que un día dije basta.
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LA MONTAÑA ME CONQUISTÓ

aroa sio campus ibiza
Un día decidí salir a correr. Mi idea era recordar mi adolescencia en el atletismo. Hice un kilómetro y cuando terminé me faltaba el aire. Tenía 36 años y, si ya estaba así de cansada, no quería saber qué pasaría si no cambiaba mi vida. Fue entonces abandonar la nicotina y el sedentarismo.
Me puse a entrenar en serio. Y de la cinta pasé a correr a la montaña. Mi estreno fue en el Trail de los Montes de Vigo. Gané, pero ¡como sufrí! Me prometí que no repetiría, pero lo hice.
Unos amigos me convencieron para que lo intentase de nuevo. Quedamos a primera hora de la mañana y aluciné con la experiencia de correr al amanecer. Era increíble escuchar la noche y recibir el día así. Me cautivó. Ya no hubo vuelta atrás.

SIN ELLOS, IMPOSIBLE

Mi dedicación y grado de implicación en este deporte ha aumentado con el paso del tiempo. Hacerlo ha sido posible gracias a las personas que me rodean. Ellos comparten mi sufrimiento, mis alegrías y, por supuesto, son partícipes de muchas de mis aventuras y retos profesionales.
Principalmente mi marido, Abel, quien me acompaña en cada una de mis aventuras. Mi entrenador es también una pieza imprescindible en este puzle, Javier Laburu, quien conoce al detalle mi rendimiento profesional. Así como mi fisioterapeuta Sergio, quien me ayuda con mi recuperación entre carreras.
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